jueves, 27 de mayo de 2010

Charla de la Voz de los Adoptados “Revelación de orígenes y madre adoptiva”



La adopción hace veinte años no se trataba de la misma manera que ahora, eso no implica que no quede alguna reminiscencia de las creencias y mitos del pasado. Mis padres pertenecen a una generación en la cual la adopción era un tabú y la gente educada no hablaba ni preguntaba sobre ello a las familias adoptivas. Recientemente he tenido la oportunidad de leer el único libro que mi madre compró en su momento sobre la crianza de un hijo donde en la última página trataba sobre la adopción o “prohijación”, como antes se denominaba, de un niño.

Esta página la he leído y comentado delante de mi madre y de mi marido. Aparte de los términos mal empleados como “padres verdaderos” refiriéndose a los biológicos y “ahijado” refiriéndose al hijo adoptado, que en dicho libro se empleaban, me ha llamado la atención la manera que se sugería de explicar los orígenes al niño. Básicamente decía que los padres podrían recurrir a una técnica muy buena para aclarar las dudas del niño en la cual se aconsejaba tratarlo de la siguiente manera: “Nosotros fuimos a un establecimiento y pedimos ver a niños con el pelo castaño como tú, allí te conocimos y nos gustate tanto y te tomamos tanto cariño, que te llevamos con nosotros a casa”. Cuando leí en voz alta la palabra establecimiento, mi marido empezó a reírse escandalizado diciendo “Sí, igual que El Corte Inglés”.

Estas palabras hoy nos suenan como si proveyesen de la edad media, pero el libro al que hago referencia se compraba a principios de los 80. Nosotros estamos dentro del mundo de la adopción, algunos porque somos padres adoptivos y otros como hijos adoptados pero la sociedad y la gente que nos rodea en la mayor parte de los casos NO y todavía pueden pensar así. Es cierto que hemos avanzado en torno a este tema pero aún queda mucho por hacer y no podemos como padres engañarnos pensando en que lo que antes he citado, pertenece a la prehistoria porque no es así por el bien de nuestros hijos, ya que van a conocer a mucha gente en su vida que no entienda la adopción como lo que realmente es y pueden hacerles daño si nosotros nos ponemos una venda en los ojos.

Antes se decía que había que contarle al niño que era adoptado cuando preguntase. En mi caso, un día llegué a casa cantando una canción que me habían enseñado en el colegio, un colegio de monjas donde cursé preescolar que decía: “Tengo en casa a mi mamá, pero mis mamás son dos, en el cielo está la Virgen, que es también mamá de Dios”, yo tenía la suficiente edad para saber que los niños venían de la barriga de sus mamás, de hecho cuando canté esta canción ya lo sabía. Mi madre pensó que era buen momento para revelarme la adopción y lo primero que se le ocurrió fue cambiar la letra de la canción que había aprendido en la escuela, diciéndome “Pero mis mamás son tres”….

A mí lo que realmente me confundió es que yo fuera la única persona del mundo con tres mamás, no entendía que aquello fuera posible puesto que la señorita ya nos lo había explicado bien, así que continuó su charla explicándome que yo había estado en una barriga diferente a la de ella. Entonces recuerdo haber sentido mucha confusión y haberle dicho a mi madre: “Entonces tú no eres mi mamá, tú eres una señora, ¿dónde está mi mamá?” Mi madre supo que debía mantenerse muy firme, tierna y segura y me explicó que yo no había estado en su tripa pero había estado en su corazón, al escuchar esto, me confundí más aún y le pregunté: “¿Y eso dónde está?” y ella señaló a su pecho. Grave error porque entonces yo pensé que igual que a unas señoras les crece la tripa porque tienen un bebé dentro, a otras les crecen los pechos. Es por eso que había mujeres con los pechos muy grandes y otras que los tenían más pequeñitos (se conoce que porque no tenían hijos dentro de ellos).

Pasé 15 días preguntando sobre las barrigas y las diferentes maneras de tener un hijo, mi madre, de buena gana, iba respondiéndome hasta que dejé el tema. Era consciente de que tenía una mamá que me había llevado en su barriga y que me había parido pero que mi mamá de verdad era la que yo conocía, el problema es que no sabía qué implicaba ser adoptado.

Reflexionando mucho sobre esto, he comprendido que el principal error residía en que yo era lo suficientemente mayor como para conocer la forma corriente de tener un hijo y era algo que ya tenía asumido como la única manera posible de formar una familia. También he observado que la generación de nuestros padres tenía la idea de que un niño pequeño no podía entender el concepto de la procreación y la adopción por lo tanto era inútil explicarlo detenidamente. Esto es un error así como pensar que con esta charla, el tema adopción ya ha terminado, te habías desahogado con tu hijo, se lo habías contado y ya nunca más volvería a aparecer y seguiríais con vuestra vida normal. Lo que puede no entender un niño pequeño sobre la adopción es que para ser adoptado antes has tenido que ser abandonado, y sobre esto es sobre lo que hay que trabajar. El abandono no es una palabra “mala” que es mejor omitir para paliar el dolor, es una palabra que se debe introducir para que el niño entienda la situación y comprenda que no le va a volver a pasar en su nueva familia. Todos sabemos que la adopción duele y que es una historia de pérdidas y encuentros. No se debe edulcorar y la revelación debe aclarar completamente los pasos que se dan desde que te engendran hasta que te adoptan, por qué te adoptan y por qué formamos una familia adecuándonos a un lenguaje que entienda el niño.

He aprendido que la identidad y asumir tu propia historia no reside en conocer el nombre de tu madre biológica y una situación pormenorizada por la cual no pudo hacerse cargo de ti. Los orígenes son más que eso. En la adopción es posible que no se cuente con demasiada información sobre ello y los padres opten por decirle a su hijo: “No sabemos nada”. No disponer de estos datos no significa que no podamos explicarle a nuestro hijo sus orígenes. Siempre podemos referirnos al país al que nació, a explicarle su cultura, la forma de vida que hay allí y la situación general por la cual en determinadas ocasiones, hay padres que no pueden cuidar a sus hijos. No se trata de montarnos una película y dar por sentadas cosas que se desconocen, sino de aportar información general que hagan al niño entender cómo se vive y cómo se piensa allí, una realidad dura es mejor que una mentira piadosa porque tarde o temprano siempre acabarán descubriendo la verdad y las consecuencias son peores.

Un tema sobre el que debemos reflexionar es el motivo que en ocasiones hace que no queramos referirnos a la madre biológica de nuestros hijos como “mamá”. Hay personas que piensan que hablar de dos mamás provoca que los niños tengan un cacao mental por eso la llaman “la señora de la barriga”. Este término puedo verlo adecuado para un vientre de alquiler pero no para la persona que ha engendrado y mantenido por un tiempo de su vida a nuestros hijos. Hay historias muy duras que en nuestra mente no caben, es por eso que podemos llegar a pensar que esa mujer no merece ostentar el término “madre” porque madre es la que cría y no la que pare. Esto no es del todo correcto. Durante toda la vida, los adoptados nos enfrentamos a preguntas como ¿dónde está tu madre de verdad? La sociedad denomina madre a la persona que engendra un hijo y lo pare, de igual manera que a la madre que ejerce como tal y nosotras debemos sentirnos muy seguras en nuestra posición indiscutible de madres y librarnos de los prejuicios que podamos tener contra determinadas decisiones y formas de actuar de las madres biológicas de nuestros niños. Pensar que a un niño le va a confundir llamar a la mujer que lo engendró “mamá” igual que a nosotras, forma parte de nuestros prejuicios como adultos, los niños no entienden de eso, no les hace daño ni les confunde, lo que sí les confunde es escuchar fuera de casa el término mamá mientras que dentro se han tomado unas medidas para que esa palabra no vaya nunca asociada a esa mujer por el mero hecho de haberle parido. Si la adopción y los términos relativos a ella se usan en casa de forma natural, conseguiremos que el niño no se ofenda ante determinadas preguntas de la gente ajena, además de mostrarle nuestra seguridad con respecto a nuestra familia que es tan válida como cualquier otra. Estamos aportándoles confianza en sí mismos y en nosotros.

Por mi situación he conocido a muchas personas adoptadas y todavía no he encontrado a una que no se refiera a su madre biológica como “madre” teniendo por seguro el papel que ha ejercido cada una desde muy pequeños. Nada hace pensar por lo tanto, que usar el término madre provoque algún tipo de trastorno. Cuando hablo con mis amigos no adoptados, ellos mismos asumen que yo tengo dos madres y dos padres y usan estas mismas palabras para referirse a ellos y yo no me siento incómoda. Es perfectamente lógico y todos sabemos a cual nos estamos refiriendo según el contexto de la conversación.

¿Cómo explicaría la adopción a mi futuro hijo? Habiendo reflexionado mucho sobre mí misma y habiendo procurado recordar cada sentimiento, cada necesidad que surgía en cada etapa de mi desarrollo…. Opino que no se debe esperar a que el niño tenga una edad para revelarlo, sino que se debe crecer tratando el tema como algo natural y respetando siempre la intimidad de nuestros hijos, de forma que si alguien les pregunta ¿desde cuándo sabes que eres adoptado? La respuesta sea “Lo sé desde siempre”.

Todo esto me ha llevado a defender que no debemos preocuparnos ni sentirnos inseguros en nuestro papel de padres, porque aún siendo muy pequeños discernimos perfectamente entre unos y otros. Actualmente hablo mucho con mi madre sobre “la biológica”, ahora he descubierto su nombre de pila y no lo empleo para referirme a ella, sigo llamándola madre sin más y mi madre, la de verdad, la adoptiva, cuando me habla de ella, la llama “tu madre” sin por ello sentirse menospreciada. Eso es lo que realmente me gusta, su seguridad en su papel de MADRE. Y que nadie me diga lo contrario, porque mi MADRE es aquella que he conocido, la que sé que está ahí, a la que le puedo pedir cualquier cosa y con la que tengo suficiente confianza para expresarme porque sé que ella nunca me va a dejar, la que siempre se ha sacrificado por mí y ha antepuesto mis necesidades a las suyas. Y vosotras os preguntaréis ¿Cómo se consigue eso? Es muy sencillo. Yo voy a copiarlo cuando tenga a mi hijo en casa porque ha dado muy buen resultado conmigo: MUCHA AUTOESTIMA, Mucho repetir: ERES MUY DESEADO, MUY QUERIDO, PUEDE HABER OTROS NIÑOS TAN QUERIDOS COMO TÚ PERO MÁS NO, y esas palabras reforzarlas con hechos. Nunca me ha faltado la confianza en mí misma. Yo tenía derecho a una familia, me la MERECÍA, es por eso que la tengo, no ellos derecho a ser padres. NO PEDÍ ser adoptada, ellos quisieron un hijo y yo MERECÍA unos padres. Esa es nuestra historia….

2 comentarios:

  1. Querida María, cuanto te agradezco a tí y a otros chicos y chicas adoptados que estáis dando vuestro testimonio y que nos estáis ayudadando tanto en nuestra trayectoria como padres adoptivos.
    Gracias
    Marisa

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  2. vaya chica maja ! pienso exactamente lo mismo que tu , yo soy una tia adoptiva que espero con toda la ilusión del mundo que vinieran sus sobrinos , y yo creo que con cariño ,paciencia y hablando las cosas se puede llegar a buen puerto

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