jueves, 24 de febrero de 2011

Abandono desde un hijo y desde una madre


Estoy contenta de poder conocer ambos matices, de poder conocer ambas versiones, una la del hijo adoptado y otra la de la mamá que lo dio en adopción.

Las madres que han renunciado a sus hijos opinan que no los han abandonado porque se ciñen al concepto básico de un abandono, dejar al niño a su suerte en cualquier parte, como tirarlo en la calle o en un cubo de basura, o en la puerta de una iglesia... No querían hacer eso, tampoco dejarlo en la inclusa, se oían cosas horribles sobre ese sitio. Tenían la intención de que tuviera padres que lo pudieran cuidar mejor de lo que pensaban que podrían hacerlo ellas (o simplemente seguían lo que sus padres les habían ordenado)
Ellas, no lo abandonaron, optaron por darlo en adopción y no ligan ambos conceptos. Una cosa es darlo en adopción y otra abandonarlo. Me da pena porque las entiendo perfectamente, tiene todo el sentido del mundo. Además no se creen merecedoras de su amor, ni quieren justificarse ante él, por eso no le buscan activamente, porque no querrá conocerlas, porque seguramente será feliz con su familia y nunca pensará en ella y porque ellas no son nadie para buscar... A fin de cuentas siempre han vivido con un estigma de ser las malas de la película. Debido a "su pecado" no se permiten sentir, ni pensar mucho en ello, ni hablarlo... Sí que fantasean sobre cómo será, a qué se dedicará, si estará casado o casada, si tendrá hijos, si tendrá estudios, igual que nosotros, ellas se crean una imagen sobre la persona a la que han perdido.

El hijo adoptado es abandonado. Sí es un abandono aunque no sea en la puerta de una iglesia. Significa que hemos perdido algo importante de nuestra vida, algo que nos hacía falta para subsistir como es una madre. Sí que estabas desprovisto de protección por eso te la otorgaron, porque tú tenías derecho a ella y te buscaron unos nuevos padres. El niño sí se siente abandonado porque lo normal habría sido que te criase la mujer que te parió y en tu caso no ha sido así. Si dos personas han estado juntas 9 meses, si ese bebé ha tenido un mundo, el único que conocía y era el calor que le daba el vientre de su madre y al salir del útero se encuentra solo y no reconoce nada del ambiente en el que antes estaba ¿cómo se siente? ¿acaso no le quedará alguna secuela de esa separación tan forzosa? Claro que sí, siente abandono, desamparo, algo que no tiene explicación y que en su historial no viene información sobre qué ocurrió para que su madre tuviera que tomar esa decisión. El niño no sabe por tanto por qué fue abandonado.

¿Abandono es una palabra mala? No, no debe serlo, para mí no lo es y no hay que tener miedo de ella. Los adoptados fuimos abandonados, sufrimos la pérdida de la familia biológica, de un origen, de una raíz, de una identidad (sobre todo cuando no hay información al respecto) por lo tanto la sensación de incertidumbre y vacío es mayor. ¿Quién tiene la culpa de esa pérdida? Pues nadie en concreto, no hay que buscar culpables pero esto no siempre se ve así, la persona que no haya reflexionado sobre todo esto, puede sentir rabia, ira... De niño la sientes y sin motivo aparente, todos la sentimos. Es por eso que hay que explicarnos que lo que sentimos es producto de percibirnos abandonados porque no entendemos por qué viene, y claro está, la rabia no debe ser enfocada hacia unos ni otros (aunque esto no es tan sencillo y requiere identificar lo que ocurre y hablarlo mucho...)

Después de todo esto un día decides emprender una búsqueda pero para acercarnos ambas partes es imprescindible comprendernos. Ir sin prejuicios, sin rencores, con los duelos resueltos. Hacerlo desde el cariño, la comprensión y la sanación de uno y de otro y no desde la ira, la precipitación y el "yo, sólo yo" porque no depende de una parte solamente sino de dos.
Buscar orígenes obedece a resolver un puzzle de tu identidad, a coger las piezas de información que te faltan e integrarlas en tu vida... Además de obtener una sanación, una especie de paz al dejar de tener que "suponer" para pasar a "saber" (y esto para las madres biológicas es igualmente aplicable)

He expuesto los dos puntos de vista y estas dos caras pertenecen a una sola moneda. Salvando este concepto que ambas partes deben saber que existe y no pedir perdón ni sentirse mal por ello, madre e hijo se parecen más de lo que se diferencian y para mí ha sido genial poder descrubrirlo.

Querida mamá biológica


Últimamente los niños adoptados de San Ramón salimos mucho en televisión y en la prensa.. Sé que es una historia que te puede hacer daño, traerte recuerdos que has intentado esconder en tu memoria porque te hizo sufrir mucho lo que viviste en ésa época, tanto si renunciaste a mí como si no. También sé que tú no tenías ni idea de las prácticas irregulares que se cometían en dicha clínica, tú no estabas en esos momentos para indagar nada ni para sospechar de nadie, no es culpa tuya. No quiero que tengas miedo de lo que oyes en televisión, no todo es tan negro ni tan blanco. Normalmente son tonos más bien grises. Yo no soy un juez inquisidor ni tampoco pretendo serlo.
Yo sé que eres una mujer fuerte porque si has podido superar aquel duro momento y continuar con tu vida, lo eres. No quiero que lo dudes. Estoy orgullosa de ti porque en cierta medida, yo soy un pedacito tuyo así que nada haría que me avergonzase de ti seas quien seas.

Necesito que sepas que te busco. No siempre lo he hecho con las mismas fuerzas porque debes saber que tú y yo nos parecemos mucho en cuanto a sentimientos. A veces el dolor que te provoca la pérdida que has sufrido (tú de un hijo y yo de la mamá que me creó, de mis raíces) hace que aparquemos las cosas en nuestra cabeza, que no pensemos en ellas porque parece que cuando piensas a menudo en algo que te duele, nunca termina. Pero indudablemente ningún hijo adoptado olvida a su madre biológica, ni ninguna mamá biológica olvida nunca que dio a luz a un hijo que no tiene con ella.

Yo soy feliz con mis padres adoptivos, son mis padres. Ellos me quieren, me han cuidado siempre y era alguien muy deseado para ellos. No son egoistas y actualmente me ayudan a encontrarte, a saber la verdad de lo que en San Ramón ocurrió porque ellos también se sienten víctimas y quieren que yo pueda acceder a conocer mis orígenes, a conocerte a ti. No pienses que te busco porque no he tenido felicidad en mi familia y busco que retomes tu papel de madre, eso no es así. Yo te busco porque deseo conocer mis orígenes, deseo mirar a tus ojos una vez, saber quién es la mujer que me dio la vida, qué cosas te gustan, en qué cosas nos parecemos…. Cuando miro hacia mi pasado sólo veo sombras producto de la falta de información, tú aportarías las piezas del puzzle de mi vida que me faltan para construir completamente mi identidad. Me harías completamente feliz si accedieras a hablar conmigo un rato.

Contemplo la opción de que tengas otros hijos y un marido, a lo mejor por miedo no has querido decirles nada de mi existencia, por miedo a ser juzgada, tú les conoces mejor que yo, no puedo aconsejarte que se lo cuentes para compartir con ellos tu carga, porque incluso yo no le he explicado a todos los que me rodean mi adopción. Por eso no temas porque no vuelvo para complicarte la vida, sino para que tú y yo cerremos un capítulo doloroso, para no tener que imaginar más, no tener que pensar en más opciones y si tú quieres, sólo si tú también estás de acuerdo, poder darnos el abrazo que nos quedó pendiente el día que nací.

Por favor no tengas miedo. Te busco por estas vías porque debido a lo ocurrido en San Ramón no puedo hacerlo de otra manera. Nos han arrebatado el derecho a si en el futuro ambas partes queríamos, poder localizarnos, poder hablar, poder ponernos cara.

Yo sé que piensas en mí, yo también pienso en ti a menudo, sé que no has olvidado que existo y me gustaría que vieras esta plataforma como la forma de poder contactar conmigo. No me importa que hayas deseado dejarme en adopción o que no fuera tu idea, independientemente de éso, yo quiero localizarte y poder charlar contigo. Hace 29 años me regalaste la vida, por favor, hazme el regalo más importante para mí, la identidad.

Un abrazo,

jueves, 27 de mayo de 2010

Charla de la Voz de los Adoptados “Revelación de orígenes y madre adoptiva”



La adopción hace veinte años no se trataba de la misma manera que ahora, eso no implica que no quede alguna reminiscencia de las creencias y mitos del pasado. Mis padres pertenecen a una generación en la cual la adopción era un tabú y la gente educada no hablaba ni preguntaba sobre ello a las familias adoptivas. Recientemente he tenido la oportunidad de leer el único libro que mi madre compró en su momento sobre la crianza de un hijo donde en la última página trataba sobre la adopción o “prohijación”, como antes se denominaba, de un niño.

Esta página la he leído y comentado delante de mi madre y de mi marido. Aparte de los términos mal empleados como “padres verdaderos” refiriéndose a los biológicos y “ahijado” refiriéndose al hijo adoptado, que en dicho libro se empleaban, me ha llamado la atención la manera que se sugería de explicar los orígenes al niño. Básicamente decía que los padres podrían recurrir a una técnica muy buena para aclarar las dudas del niño en la cual se aconsejaba tratarlo de la siguiente manera: “Nosotros fuimos a un establecimiento y pedimos ver a niños con el pelo castaño como tú, allí te conocimos y nos gustate tanto y te tomamos tanto cariño, que te llevamos con nosotros a casa”. Cuando leí en voz alta la palabra establecimiento, mi marido empezó a reírse escandalizado diciendo “Sí, igual que El Corte Inglés”.

Estas palabras hoy nos suenan como si proveyesen de la edad media, pero el libro al que hago referencia se compraba a principios de los 80. Nosotros estamos dentro del mundo de la adopción, algunos porque somos padres adoptivos y otros como hijos adoptados pero la sociedad y la gente que nos rodea en la mayor parte de los casos NO y todavía pueden pensar así. Es cierto que hemos avanzado en torno a este tema pero aún queda mucho por hacer y no podemos como padres engañarnos pensando en que lo que antes he citado, pertenece a la prehistoria porque no es así por el bien de nuestros hijos, ya que van a conocer a mucha gente en su vida que no entienda la adopción como lo que realmente es y pueden hacerles daño si nosotros nos ponemos una venda en los ojos.

Antes se decía que había que contarle al niño que era adoptado cuando preguntase. En mi caso, un día llegué a casa cantando una canción que me habían enseñado en el colegio, un colegio de monjas donde cursé preescolar que decía: “Tengo en casa a mi mamá, pero mis mamás son dos, en el cielo está la Virgen, que es también mamá de Dios”, yo tenía la suficiente edad para saber que los niños venían de la barriga de sus mamás, de hecho cuando canté esta canción ya lo sabía. Mi madre pensó que era buen momento para revelarme la adopción y lo primero que se le ocurrió fue cambiar la letra de la canción que había aprendido en la escuela, diciéndome “Pero mis mamás son tres”….

A mí lo que realmente me confundió es que yo fuera la única persona del mundo con tres mamás, no entendía que aquello fuera posible puesto que la señorita ya nos lo había explicado bien, así que continuó su charla explicándome que yo había estado en una barriga diferente a la de ella. Entonces recuerdo haber sentido mucha confusión y haberle dicho a mi madre: “Entonces tú no eres mi mamá, tú eres una señora, ¿dónde está mi mamá?” Mi madre supo que debía mantenerse muy firme, tierna y segura y me explicó que yo no había estado en su tripa pero había estado en su corazón, al escuchar esto, me confundí más aún y le pregunté: “¿Y eso dónde está?” y ella señaló a su pecho. Grave error porque entonces yo pensé que igual que a unas señoras les crece la tripa porque tienen un bebé dentro, a otras les crecen los pechos. Es por eso que había mujeres con los pechos muy grandes y otras que los tenían más pequeñitos (se conoce que porque no tenían hijos dentro de ellos).

Pasé 15 días preguntando sobre las barrigas y las diferentes maneras de tener un hijo, mi madre, de buena gana, iba respondiéndome hasta que dejé el tema. Era consciente de que tenía una mamá que me había llevado en su barriga y que me había parido pero que mi mamá de verdad era la que yo conocía, el problema es que no sabía qué implicaba ser adoptado.

Reflexionando mucho sobre esto, he comprendido que el principal error residía en que yo era lo suficientemente mayor como para conocer la forma corriente de tener un hijo y era algo que ya tenía asumido como la única manera posible de formar una familia. También he observado que la generación de nuestros padres tenía la idea de que un niño pequeño no podía entender el concepto de la procreación y la adopción por lo tanto era inútil explicarlo detenidamente. Esto es un error así como pensar que con esta charla, el tema adopción ya ha terminado, te habías desahogado con tu hijo, se lo habías contado y ya nunca más volvería a aparecer y seguiríais con vuestra vida normal. Lo que puede no entender un niño pequeño sobre la adopción es que para ser adoptado antes has tenido que ser abandonado, y sobre esto es sobre lo que hay que trabajar. El abandono no es una palabra “mala” que es mejor omitir para paliar el dolor, es una palabra que se debe introducir para que el niño entienda la situación y comprenda que no le va a volver a pasar en su nueva familia. Todos sabemos que la adopción duele y que es una historia de pérdidas y encuentros. No se debe edulcorar y la revelación debe aclarar completamente los pasos que se dan desde que te engendran hasta que te adoptan, por qué te adoptan y por qué formamos una familia adecuándonos a un lenguaje que entienda el niño.

He aprendido que la identidad y asumir tu propia historia no reside en conocer el nombre de tu madre biológica y una situación pormenorizada por la cual no pudo hacerse cargo de ti. Los orígenes son más que eso. En la adopción es posible que no se cuente con demasiada información sobre ello y los padres opten por decirle a su hijo: “No sabemos nada”. No disponer de estos datos no significa que no podamos explicarle a nuestro hijo sus orígenes. Siempre podemos referirnos al país al que nació, a explicarle su cultura, la forma de vida que hay allí y la situación general por la cual en determinadas ocasiones, hay padres que no pueden cuidar a sus hijos. No se trata de montarnos una película y dar por sentadas cosas que se desconocen, sino de aportar información general que hagan al niño entender cómo se vive y cómo se piensa allí, una realidad dura es mejor que una mentira piadosa porque tarde o temprano siempre acabarán descubriendo la verdad y las consecuencias son peores.

Un tema sobre el que debemos reflexionar es el motivo que en ocasiones hace que no queramos referirnos a la madre biológica de nuestros hijos como “mamá”. Hay personas que piensan que hablar de dos mamás provoca que los niños tengan un cacao mental por eso la llaman “la señora de la barriga”. Este término puedo verlo adecuado para un vientre de alquiler pero no para la persona que ha engendrado y mantenido por un tiempo de su vida a nuestros hijos. Hay historias muy duras que en nuestra mente no caben, es por eso que podemos llegar a pensar que esa mujer no merece ostentar el término “madre” porque madre es la que cría y no la que pare. Esto no es del todo correcto. Durante toda la vida, los adoptados nos enfrentamos a preguntas como ¿dónde está tu madre de verdad? La sociedad denomina madre a la persona que engendra un hijo y lo pare, de igual manera que a la madre que ejerce como tal y nosotras debemos sentirnos muy seguras en nuestra posición indiscutible de madres y librarnos de los prejuicios que podamos tener contra determinadas decisiones y formas de actuar de las madres biológicas de nuestros niños. Pensar que a un niño le va a confundir llamar a la mujer que lo engendró “mamá” igual que a nosotras, forma parte de nuestros prejuicios como adultos, los niños no entienden de eso, no les hace daño ni les confunde, lo que sí les confunde es escuchar fuera de casa el término mamá mientras que dentro se han tomado unas medidas para que esa palabra no vaya nunca asociada a esa mujer por el mero hecho de haberle parido. Si la adopción y los términos relativos a ella se usan en casa de forma natural, conseguiremos que el niño no se ofenda ante determinadas preguntas de la gente ajena, además de mostrarle nuestra seguridad con respecto a nuestra familia que es tan válida como cualquier otra. Estamos aportándoles confianza en sí mismos y en nosotros.

Por mi situación he conocido a muchas personas adoptadas y todavía no he encontrado a una que no se refiera a su madre biológica como “madre” teniendo por seguro el papel que ha ejercido cada una desde muy pequeños. Nada hace pensar por lo tanto, que usar el término madre provoque algún tipo de trastorno. Cuando hablo con mis amigos no adoptados, ellos mismos asumen que yo tengo dos madres y dos padres y usan estas mismas palabras para referirse a ellos y yo no me siento incómoda. Es perfectamente lógico y todos sabemos a cual nos estamos refiriendo según el contexto de la conversación.

¿Cómo explicaría la adopción a mi futuro hijo? Habiendo reflexionado mucho sobre mí misma y habiendo procurado recordar cada sentimiento, cada necesidad que surgía en cada etapa de mi desarrollo…. Opino que no se debe esperar a que el niño tenga una edad para revelarlo, sino que se debe crecer tratando el tema como algo natural y respetando siempre la intimidad de nuestros hijos, de forma que si alguien les pregunta ¿desde cuándo sabes que eres adoptado? La respuesta sea “Lo sé desde siempre”.

Todo esto me ha llevado a defender que no debemos preocuparnos ni sentirnos inseguros en nuestro papel de padres, porque aún siendo muy pequeños discernimos perfectamente entre unos y otros. Actualmente hablo mucho con mi madre sobre “la biológica”, ahora he descubierto su nombre de pila y no lo empleo para referirme a ella, sigo llamándola madre sin más y mi madre, la de verdad, la adoptiva, cuando me habla de ella, la llama “tu madre” sin por ello sentirse menospreciada. Eso es lo que realmente me gusta, su seguridad en su papel de MADRE. Y que nadie me diga lo contrario, porque mi MADRE es aquella que he conocido, la que sé que está ahí, a la que le puedo pedir cualquier cosa y con la que tengo suficiente confianza para expresarme porque sé que ella nunca me va a dejar, la que siempre se ha sacrificado por mí y ha antepuesto mis necesidades a las suyas. Y vosotras os preguntaréis ¿Cómo se consigue eso? Es muy sencillo. Yo voy a copiarlo cuando tenga a mi hijo en casa porque ha dado muy buen resultado conmigo: MUCHA AUTOESTIMA, Mucho repetir: ERES MUY DESEADO, MUY QUERIDO, PUEDE HABER OTROS NIÑOS TAN QUERIDOS COMO TÚ PERO MÁS NO, y esas palabras reforzarlas con hechos. Nunca me ha faltado la confianza en mí misma. Yo tenía derecho a una familia, me la MERECÍA, es por eso que la tengo, no ellos derecho a ser padres. NO PEDÍ ser adoptada, ellos quisieron un hijo y yo MERECÍA unos padres. Esa es nuestra historia….

lunes, 26 de abril de 2010

Padres adoptivos y otros alienígenas


La sociedad es previsible, algunas cosas se ven normales y no te extrañas de ellas porque estás acostumbrado y otras suscitan interés. A fecha de hoy pasa con la adopción, que suscita interés en terceros que no han tenido contacto con ella. Este es el caso que vivimos los padres adoptivos cuando manifestamos a terceros nuestra alegría porque vamos a tener un hijo.

Llevo dos años casada y van a hacer siete de relación con mi marido. Como estamos casados y tenemos casa propia, la gente espera que en breve tengamos un hijo y nos preguntan: "¿Bueno y para cuándo el niño?" Entonces como les ves tan receptivos y entiendes que es una pregunta habitual, tú contestas con toda tu alegría: "¡Para dentro de cuatro años!" Y una respuesta así desencadena muchas veces otra pregunta, esta a su vez otra respuesta y así sucesivamente en un bucle interminable hasta que explicas que estás en proceso de adopción.
A partir de ahí la mirada de tu interlocutor suele cambiar, en algunos casos he observado perplejidad, en otros pena y los menos frecuentes, alegría.

El derivado de la perpejlidad es: La propiedad (¿es que no puedes tener los tuyos? ¿no prefieres uno propio?) ¡Como si mi hijo no fuera a ser mío o yo no fuera de mis padres! No lo entiendo... ¿Es más tuyo un hijo que has llevado en tu barriga? En nuestra opinión no, pero se ve que hay gente que no conoce el vínculo que se forma con los padres adoptivos, que es de igual 'calidad' que el existente en las familias biológicas y lo desconocido les crea incertidumbre.

La pena que a otros les causa que adoptes deriva en caridad y compasión (¿os pasa algo malo? os admiro, qué buena obra vais a hacer) y otras perlas semejantes. Esta es la parte que peor llevo porque si les hubiera dicho que estoy embarazada, no supondrían que tengo a mi hijo por hacerle un favor a la sociedad para subir el índice de natalidad o porque ese niño me da lástima, pero cuando entra el concepto de adopción mezclado con el de fecundidad todo son suspicacias y gente que no te conoce tanto, comienza a elaborar teorías psicológicas mediante las cuales, tú estás mal de la cabeza o tienes un grave desorden maternal. Yo quiero ser madre, no la madre Teresa de Calcuta y eso no parece entrarles en la sesera, así que de este perfil pasas olímpicamente porque no tienes por qué seguir argumentando hasta la saciedad una decisión personal como es tener un hijo por vía adoptiva.

Los que se alegran son pocos pero son los más allegados a ti por fortuna. Es lo mismo que si les dijeras que estás embarazada, algunos incluso te llaman "mami", otros piensan ya en lo que van a regalarle al niño y te hacen preguntas para saber si es posible conocer el sexo con anticipo o la talla de ropa y otros te ponen a tu disposición su arsenal que está siempre 'casi nuevo' de complementos y ropa de niños.

Estas son diferencias con respecto a la maternidad biológica, que no siempre recibes enhorabuena, no "se te nota" que estás esperando un hijo por lo que a muchos se les olvida mimarte o preguntarte por qué tal vas y ya, como caso extremo, algunos a los que ya se lo has contado, se creen que iba de broma, y cuándo vuelven a preguntarte pasados los meses por cuándo vas a tener un niño, tienes que recordarles que estás en proceso de adopción y entonces notas que la primera vez que se lo dijiste, no se lo creyeron o se lo tomaron a pitorreo.

Siendo chistosa, pienso que si llevásemos antenas verdes se nos notaría más que estamos "embarazados" y se volverían más conscientes de que también estamos esperando un hijo como los demás.

viernes, 23 de abril de 2010

Mi historia


He venido al mundo en unas circunstancias que yo no hubiera deseado, pero este tipo de cosas, no están en tu elección sino en la de terceros de los que dependes o dependemos al ser menores de edad.

Mi madre de nacimiento tuvo mala suerte. Me atrevo a decir, a base de haber hablado con mujeres como ella y que han pasado por circunstancias muy similares, que en su vida pasó algo en 1980 que la cambió. Algo inesperado.

Ocurrió un acontecimiento, conoció a una persona, le gustó, posiblemente hasta se enamoraría de él y en su juventud pienso que no sopesó las consecuencias que podría tener entregarse a él. A partir de aquí se fueron desencadenando una serie de acontecimientos que iban sucediéndose entre sí y tuvieron como culminación mi adopción. Un embarazo no programado, desengaño por parte del que la puso en esa situación y el gran detonante, la gota que colma el vaso, unos padres que se negaron a prestarle apoyo.

Dos decepciones por lo que sé, mucha soledad y yo ahí dentro avisándole de que su vida ya nunca sería la misma... Y todo esto con 19 años ¡Vaya papelón!

El caso es que tal vez por no haber recibido apoyo paterno y una orientación adecuada, acabó metiéndose en lo que yo aprecio hoy en día como la boca del lobo.

Buscando ayuda ante este panorama acabó encontrándola en forma de adopción. Como decía una madre en su situación y del mismo año, 1981: "Nos pintaban la juventud, los estudios, la vergüenza de los padres y la familia ante una madre soltera, dónde vas a ir, qué vas a ofrecerle, hay gente que quiere tener un hijo y no puede y podrían adoptarlo, se iría con una buena familia, mejor piensa que ha nacido muerto para que así no sufras..." Lobos con piel de corderos. Ella no podría pensar que yo iba a servir para que otros se llenasen los bolsillos; querría pensar que no se sintió presionada pero me temo que no fue así por lo que he ido averiguando.

Fue a topar con una trama de tráfico de menores que en chicas como ella, veían a la más suculenta de sus presas. He pensado mucho en ello, he utilizado la empatía para ponerme en su lugar, en esa época y en esa sociedad, seguramente de haber sido yo la que estuviera en su situación, me habría pasado lo mismo. Me habrían llevado por dónde hubieran preferido...

Pasó el tiempo, fui creciendo ahí dentro de su barriga y llegó un día triste. El día del parto. En soledad de nuevo, me trajo al mundo. Ahí estaba el médico, pensando en mí como en la mercancía y en ella como en una apestada. Me sacó de un sitio que para mí era confortable de forma abrupta, usando forceps. Me examinó y ordenó a las enfermeras que me llevaran al nido mientras esperaba a la familia que estaba elegida desde hacía tiempo para mí. Era un sanatorio que parecía un chalet, pequeñito y vacío.

Sin pretenderlo expresamente unos y otros (mis padres y ella) entré a engrosar la lista de los "niños de la clínica San Ramón", de "la fábrica de bebés", de "la clínica de los horrores" sin comerlo ni beberlo.

He sido feliz toda mi vida, mis padres son maravillosos. Esta historia estuvo aletargada en mi mente durante muchos años, pero presente desde que era muy pequeña: El deseo de conocer a mi madre de nacimiento. Ante la imposibilidad de poder llevar a cabo tal empeño, debido a esa frustración, mi madre biológica se sumió también en un letargo en mi mente igual que lo hacía la Bella Durmiente; esperando pasar el tiempo para ser despertada...

Toc, toc... ¿Estás ahí? ¿Sigues viva? ¿Querrías hablar conmigo un ratito? La respuesta la tengo, la siento dentro, parece como si la hubiera portado siempre en mi alma y es por eso que la sé: "Sí"

¿Te pilla bien ahora? Hazme una señal, dime por dónde ir para localizarte. No tengas miedo que no tengo ningún reproche, no quiero estropearte la vida sino darnos la oportunidad de reconciliarnos a las dos. Por favor, aparece...

Me llamo María



Soy adoptada, muchos lo somos, algunos no lo saben, otros lo hablan y sus circunstancias hacen que otros prefieran estar en silencio...

Yo he optado por hablar porque es gratificante compartir experiencias y aprender de los demás y porque plasmando tus reflexiones, al leerlas con posterioridad aprendes sobre ti misma.

He pensado mucho desde hace algún tiempo en mi historia y en sus características... En por qué los adoptados a veces la contamos desde el punto de vista de nuestros padres y porque nuestros padres si la cuentas de otra manera y con una visión alejada de la suya, no la aprueban.

Yo tengo que contar mi historia como fue y como yo la percibo o la vivo, sin tapujos, tabúes u omisiones. De momento está incompleta porque para terminar al 100% la mía, antes me gustaría conocer la suya, la de mi madre biológica. Es indudable que averiguar y construir el por qué llegué a este mundo y por qué fui adoptada, dependen de las historias y circunstancias de otras personas: Mis padres y mi madre biológica.

La parte que les corresponde a mis padres la conozco y la tengo situada, pero la que viene por parte de mi madre de nacimiento sigue siendo una casa en la última fase de su construcción, me falta ponerle el tejado y sé que podré hacerlo cuando logre dar con ella; el inconveniente es que las tejas que me faltan son complicadísimas de localizar. Me da la impresión de que en las tiendas en las que pregunto las tienen descatalogadas y no se molestan en encargarlas a la fábrica.

Así que aquí estoy yo, pendiente de que lleguen mis cuatro tejas para poder ponerlas en su sitio y contemplar lo segura y bonita que me ha quedado la casa.