lunes, 26 de abril de 2010

Padres adoptivos y otros alienígenas


La sociedad es previsible, algunas cosas se ven normales y no te extrañas de ellas porque estás acostumbrado y otras suscitan interés. A fecha de hoy pasa con la adopción, que suscita interés en terceros que no han tenido contacto con ella. Este es el caso que vivimos los padres adoptivos cuando manifestamos a terceros nuestra alegría porque vamos a tener un hijo.

Llevo dos años casada y van a hacer siete de relación con mi marido. Como estamos casados y tenemos casa propia, la gente espera que en breve tengamos un hijo y nos preguntan: "¿Bueno y para cuándo el niño?" Entonces como les ves tan receptivos y entiendes que es una pregunta habitual, tú contestas con toda tu alegría: "¡Para dentro de cuatro años!" Y una respuesta así desencadena muchas veces otra pregunta, esta a su vez otra respuesta y así sucesivamente en un bucle interminable hasta que explicas que estás en proceso de adopción.
A partir de ahí la mirada de tu interlocutor suele cambiar, en algunos casos he observado perplejidad, en otros pena y los menos frecuentes, alegría.

El derivado de la perpejlidad es: La propiedad (¿es que no puedes tener los tuyos? ¿no prefieres uno propio?) ¡Como si mi hijo no fuera a ser mío o yo no fuera de mis padres! No lo entiendo... ¿Es más tuyo un hijo que has llevado en tu barriga? En nuestra opinión no, pero se ve que hay gente que no conoce el vínculo que se forma con los padres adoptivos, que es de igual 'calidad' que el existente en las familias biológicas y lo desconocido les crea incertidumbre.

La pena que a otros les causa que adoptes deriva en caridad y compasión (¿os pasa algo malo? os admiro, qué buena obra vais a hacer) y otras perlas semejantes. Esta es la parte que peor llevo porque si les hubiera dicho que estoy embarazada, no supondrían que tengo a mi hijo por hacerle un favor a la sociedad para subir el índice de natalidad o porque ese niño me da lástima, pero cuando entra el concepto de adopción mezclado con el de fecundidad todo son suspicacias y gente que no te conoce tanto, comienza a elaborar teorías psicológicas mediante las cuales, tú estás mal de la cabeza o tienes un grave desorden maternal. Yo quiero ser madre, no la madre Teresa de Calcuta y eso no parece entrarles en la sesera, así que de este perfil pasas olímpicamente porque no tienes por qué seguir argumentando hasta la saciedad una decisión personal como es tener un hijo por vía adoptiva.

Los que se alegran son pocos pero son los más allegados a ti por fortuna. Es lo mismo que si les dijeras que estás embarazada, algunos incluso te llaman "mami", otros piensan ya en lo que van a regalarle al niño y te hacen preguntas para saber si es posible conocer el sexo con anticipo o la talla de ropa y otros te ponen a tu disposición su arsenal que está siempre 'casi nuevo' de complementos y ropa de niños.

Estas son diferencias con respecto a la maternidad biológica, que no siempre recibes enhorabuena, no "se te nota" que estás esperando un hijo por lo que a muchos se les olvida mimarte o preguntarte por qué tal vas y ya, como caso extremo, algunos a los que ya se lo has contado, se creen que iba de broma, y cuándo vuelven a preguntarte pasados los meses por cuándo vas a tener un niño, tienes que recordarles que estás en proceso de adopción y entonces notas que la primera vez que se lo dijiste, no se lo creyeron o se lo tomaron a pitorreo.

Siendo chistosa, pienso que si llevásemos antenas verdes se nos notaría más que estamos "embarazados" y se volverían más conscientes de que también estamos esperando un hijo como los demás.

viernes, 23 de abril de 2010

Mi historia


He venido al mundo en unas circunstancias que yo no hubiera deseado, pero este tipo de cosas, no están en tu elección sino en la de terceros de los que dependes o dependemos al ser menores de edad.

Mi madre de nacimiento tuvo mala suerte. Me atrevo a decir, a base de haber hablado con mujeres como ella y que han pasado por circunstancias muy similares, que en su vida pasó algo en 1980 que la cambió. Algo inesperado.

Ocurrió un acontecimiento, conoció a una persona, le gustó, posiblemente hasta se enamoraría de él y en su juventud pienso que no sopesó las consecuencias que podría tener entregarse a él. A partir de aquí se fueron desencadenando una serie de acontecimientos que iban sucediéndose entre sí y tuvieron como culminación mi adopción. Un embarazo no programado, desengaño por parte del que la puso en esa situación y el gran detonante, la gota que colma el vaso, unos padres que se negaron a prestarle apoyo.

Dos decepciones por lo que sé, mucha soledad y yo ahí dentro avisándole de que su vida ya nunca sería la misma... Y todo esto con 19 años ¡Vaya papelón!

El caso es que tal vez por no haber recibido apoyo paterno y una orientación adecuada, acabó metiéndose en lo que yo aprecio hoy en día como la boca del lobo.

Buscando ayuda ante este panorama acabó encontrándola en forma de adopción. Como decía una madre en su situación y del mismo año, 1981: "Nos pintaban la juventud, los estudios, la vergüenza de los padres y la familia ante una madre soltera, dónde vas a ir, qué vas a ofrecerle, hay gente que quiere tener un hijo y no puede y podrían adoptarlo, se iría con una buena familia, mejor piensa que ha nacido muerto para que así no sufras..." Lobos con piel de corderos. Ella no podría pensar que yo iba a servir para que otros se llenasen los bolsillos; querría pensar que no se sintió presionada pero me temo que no fue así por lo que he ido averiguando.

Fue a topar con una trama de tráfico de menores que en chicas como ella, veían a la más suculenta de sus presas. He pensado mucho en ello, he utilizado la empatía para ponerme en su lugar, en esa época y en esa sociedad, seguramente de haber sido yo la que estuviera en su situación, me habría pasado lo mismo. Me habrían llevado por dónde hubieran preferido...

Pasó el tiempo, fui creciendo ahí dentro de su barriga y llegó un día triste. El día del parto. En soledad de nuevo, me trajo al mundo. Ahí estaba el médico, pensando en mí como en la mercancía y en ella como en una apestada. Me sacó de un sitio que para mí era confortable de forma abrupta, usando forceps. Me examinó y ordenó a las enfermeras que me llevaran al nido mientras esperaba a la familia que estaba elegida desde hacía tiempo para mí. Era un sanatorio que parecía un chalet, pequeñito y vacío.

Sin pretenderlo expresamente unos y otros (mis padres y ella) entré a engrosar la lista de los "niños de la clínica San Ramón", de "la fábrica de bebés", de "la clínica de los horrores" sin comerlo ni beberlo.

He sido feliz toda mi vida, mis padres son maravillosos. Esta historia estuvo aletargada en mi mente durante muchos años, pero presente desde que era muy pequeña: El deseo de conocer a mi madre de nacimiento. Ante la imposibilidad de poder llevar a cabo tal empeño, debido a esa frustración, mi madre biológica se sumió también en un letargo en mi mente igual que lo hacía la Bella Durmiente; esperando pasar el tiempo para ser despertada...

Toc, toc... ¿Estás ahí? ¿Sigues viva? ¿Querrías hablar conmigo un ratito? La respuesta la tengo, la siento dentro, parece como si la hubiera portado siempre en mi alma y es por eso que la sé: "Sí"

¿Te pilla bien ahora? Hazme una señal, dime por dónde ir para localizarte. No tengas miedo que no tengo ningún reproche, no quiero estropearte la vida sino darnos la oportunidad de reconciliarnos a las dos. Por favor, aparece...

Me llamo María



Soy adoptada, muchos lo somos, algunos no lo saben, otros lo hablan y sus circunstancias hacen que otros prefieran estar en silencio...

Yo he optado por hablar porque es gratificante compartir experiencias y aprender de los demás y porque plasmando tus reflexiones, al leerlas con posterioridad aprendes sobre ti misma.

He pensado mucho desde hace algún tiempo en mi historia y en sus características... En por qué los adoptados a veces la contamos desde el punto de vista de nuestros padres y porque nuestros padres si la cuentas de otra manera y con una visión alejada de la suya, no la aprueban.

Yo tengo que contar mi historia como fue y como yo la percibo o la vivo, sin tapujos, tabúes u omisiones. De momento está incompleta porque para terminar al 100% la mía, antes me gustaría conocer la suya, la de mi madre biológica. Es indudable que averiguar y construir el por qué llegué a este mundo y por qué fui adoptada, dependen de las historias y circunstancias de otras personas: Mis padres y mi madre biológica.

La parte que les corresponde a mis padres la conozco y la tengo situada, pero la que viene por parte de mi madre de nacimiento sigue siendo una casa en la última fase de su construcción, me falta ponerle el tejado y sé que podré hacerlo cuando logre dar con ella; el inconveniente es que las tejas que me faltan son complicadísimas de localizar. Me da la impresión de que en las tiendas en las que pregunto las tienen descatalogadas y no se molestan en encargarlas a la fábrica.

Así que aquí estoy yo, pendiente de que lleguen mis cuatro tejas para poder ponerlas en su sitio y contemplar lo segura y bonita que me ha quedado la casa.